Cuando hablan de Sebastiao Salgado
(1944, Brasil), lo hacen sobre uno de los mejores fotógrafos del mundo. No
porque lo diga yo, sino personas cercanas al mundo de la fotografía que conocen
su trayectoria por encima.
Característico por sus fotos en blanco y
negro, Salgado ya dejó con la boca abierta a muchos amantes de la fotografía
con su exposición “Éxodo” (2000), en la que se centró en la figura del ser
humano, tanto del norte como del sur del globo. De este modo, mostró su
compromiso con la sociedad en forma de reportajes fotográficos documentales,
una materia que ha adoptado Salgado.
Sin embargo, no fue su único proyecto
enfocado al hombre. Su primera obra fue “Trabajadores” (1993) en la que plasmó
las experiencia de los obreros de distintos puntos del mundo. De forma
realmente artística y profesional demostró en los años 90 tener suficiente
talento como para continuar dejando el mundo helado con sus exposiciones.
Su contacto con la naturaleza en Brasil
es uno de los factores que ha influido en el trabajo de Salgado y que ha
marcado su trayectoria, traduciéndose finalmente en “Génesis”, la actual
exposición del artista sudamericano. Tras ocho años de expedición por el mundo,
nos ha acercado a las ciudades un completo documental de animales, formaciones
geológicas, efectos atmosféricos, hielo y civilizaciones remotas y realmente
sorprendentes.
Tras recorrer la galería en la que se
encuentra la exposición, tuve la sensación de ser diminuto ante un mundo
espectacular y sin desperdicio. La idea de mostrarnos el mundo tal y como es
desde el “principio” ha calado por completo entre los visitantes. Si quería
sorprender lo ha conseguido.
La belleza de las fotografías es de tal
manera que hay imágenes en las que no podemos crees que sea verdad lo que
estamos viendo. Una sensación parecida a la que tenemos al visualizar las
fotografías en las que vemos a las tribus con distintos elementos, en la cara o
en su cuerpo, y que nos resulta tan ajeno como grande la simpatía que nos
transmite.
La naturaleza es el gran protagonista de
esta historia con la que Salgado vuelve a dar un golpe en la mesa para
reivindicarse como uno de los mejores fotógrafos del mundo. La característica
de plasmas escenas en blanco y negro hace que el significado de la imagen crezca,
que veamos como se funden los objetos en unas mismas tonalidades, un ejemplo es
ver como se camuflan algunas personas con los árboles tan solo por el cambio de
color de la imagen.
Por otra parte, la gran nitidez con la
que trabaja, hace que los detalles destaquen y podamos disfrutar de grandes
escenas y con una calidad óptima. Los contrastes de claros y oscuros es también
otra de las características llamativas de esta exposición.
En definitiva, nos encontramos ante un
gran trabajo que una vez más deja huella en la historia de la fotografía. Esta
vez ya no se trata de entender al ser humano, comprender sus trabajos y sus
éxodos, se trata de entender la naturaleza tal y como se presentó desde el
principio y concebir que solo el ser humano a través de la armonía con el
entorno, no es capaz de destruir un mundo tan bonito como el que representa
Salgado y como en el que vivimos.